Poemas de otras secciones
EL MANDAMIENTO DE LA BELLEZA
¿Qué oscuridad o soles de mi ADN
han modelado mi huella en la rueca del tiempo?
En el mundo continúan los funerales de sus ríos
y mi fisonomía se ha multiplicado en gestos caligráficos
a veces líneas interrogativas
a veces puntos suspensivos en fuga con el vient
No obstante soy feliz
cuando eléctricas ondas en mi corazón
anuncian el vértigo que te respira
con la irrenunciable voluntad
de guiar tu magnetismo a mi guarida
y librar la seductora hambre que llevas en tu piel.
Tal vez sólo así será posible
romper el silencio de la página en blanco
y la materia envuelva nuevos fragmentos de tiempo
como el sonido azul cayendo sobre las rocas
o el secreto deseo que tú anheles
abrazarme con tus muslos de agua.
Acaso a la orilla del mar
el mandamiento de la belleza sea un acto inevitable
en este valle cósmico donde aún espejeas
planetaria y celeste rodeando el espacio
o sólo de mi ojo
sino del oído también.
Donde he plantado un huerto en los campos más fértiles
de la imaginación
y las aves irradian gestos
que tonifican el aire.
Donde la vida es como el rodaje de una película
con extensos planos secuencias. Esa locomotora antigua
en la memoria aspirando su aire de carbón
orillando el mar de la bahía de Concepción
hasta alcanzar Dichato.
Donde el ojo obtura su diafragma
a la máxima profundidad de campoo
preparando el cuerpo
para sentir y abrir a nuevas interpretaciones
la existencia.
A
AVECES EXISTO
en la escena muda de mi corazón
orbitando
sus laberintos
mientras afuera la luz
enciende los sentidos y las olas en lo alto
parecen mezclarse con el cielo azul.
¿Acaso he logrado mudar la piel
vestir la palabra con la simultaneidad
de imágenes en el aire
que rodea la tarde?
La visión es magnifica
quizás porque te imagino
aquí frente al mar
ofrenda y pasión ante mis ojos.
TE OLÍ
y eras bella
tu lengua trémula lamía mi pecho
y yo te sostenía entre mis brazos
tocando sin descanso la sustancia aceitosa
de tu cráneo angelical.
NADÉ bajo la luz de las estrellas
donde el dolor es breve
porque se vive en fracciones de tiempo
nunca mayor a una existencia.
Nadé hacía ti para abrir el deseo entrar y habitarlo
Nadé atado a la piedra sol
el canto de sirena que curva mi corazón
como eslabón de una cadena.
Nadé naufrago en busca de tu isla
Nadé por los paisajes de la noche
sin olvidar tu vestido verde
donde se inician tus piernas de hembra universal
donde siempre he creído ver el comienzo
del universo.
Así desembarcas ante mí un espacio jamás opaco
un cosmos que de ningún modo es una cascara inerte.
Así me hablas en los surcos del aire
con esas lucidas sombras
que acompañan tu follaje.
QUIÉN podría osar decir qué es la poesía.
(Me lo preguntaba bajo un cielo azul
en lo hondo de la conciencia)
Ahí estaba la misteriosa dádiva
en la saliente de la mollera
una lámpara en el corazón de un gran pez.
Entonces dije heme aquí amiga mía
dormilón y fugitivo en dirección a tus periscopios
a tu árbol de lluvia
a tu mundo de semilla
a tu carne vegetal
a tu agua saltarina en los ventanales
del sur.
a Silvia Goldman
PEQUEÑA desbordada de manantiales
si osamos quitar los aplausos
cuando el hueso emerja
descarnadamente silencioso
¿Olvidaremos nuestras emociones?
No importa si es de mañana
o cae la última y enajenada pregunta
permitamos que la lámpara escape del eclipse
crucemos las manos en las raíces de nuestro oficio.
Invoquemos la caligrafía que calcina el borrón
y el trazo mal hecho
El agua en los ventiladores solares crispa el músculo
mueve hasta el extremo de su fuerza el delicado axioma
que alimenta la vanidad de los mamíferos.
En la penumbra el remanente inmaculado de la luna
acrecentará el reverbero en la saliva del alacrán
y la vida continuará un poco más de tiempo
entre Tánatos y Eros
BAJO LA POTESTAD
del silencio
al regresar el aire de la mañana
el Wifi conecta con los pájaros
la charla dispersa de los árboles
cuando tu falda se balancea
cada vez que das un paso
hacia el porvenir
Me gusta tu piel
con aroma a pan y huelo las raíces de tus besos
en la cúspide de tus muslos
Ah y observa como el polen acústico
va levitando en busca de tu oído cuando tu ropa cae
y tu copa burbujea en la cercanía de mis labios
y yo lamo el borde del cristal
y tú entornas los ojos mientras la noche galopa
entre la menta y el trigal
Allí donde soy el jinete
adentrándose en tus verdes pastizales
ese crisantemo rojo que va macerando tu piel
en aquella penumbra donde el gesto lo atrapa todo
y el resplandor de la luna
cae desde la otra orilla
del cosmos
(i)
En tu jaula soy trapecista
y tu pan llega a mi boca y tú tienes la cara abierta
para enseñarme tu olfato de leona
Boca y garganta
devorando
mi carne de harina
la honda y tersa geometría
que te impulsa a germinar
en mi vuelo invasor
(ii)
Acaricio tu oreja
con el crepitar de mi lengua en llamas
cuerpo de pichón hambriento
espadín de pájaro trashumante
ávido de libar la carnalidad desplegada
a la medida de mi cuerpo
cuando el cielo abunda en helechos y araucarias
y yo me hundo en tu selva
derritiendo mi cráneo
en tu verde aurora
(iii)
En la cuenca de la noche
en la más gozosa de las habitaciones
yo acaricio tu vientre como un pez.
Toda la alcoba se estremece
detrás de las ventanas hechizadas
en la hondura de sus mitos
donde tus muslos tiemblan náufragos
en la vigilia de mi carne
Alas abiertas
enrojecidas
de tanto volar
Así huelo el adobe
que sostiene tu jaula
esa arrogancia animal
en el pináculo de tus medias caladas
cuando me muevo extasiado detrás de tu línea curva
en esa hendidura expansiva
en los minutos más luminosos de la noche.
Allí estaba tu espalda
detrás de ti
y yo en ti
(iv)
Al amanecer
el sol solazaba tus glúteos a los pies del obelisco
un resplandor alto y palpitante aguzaba tu mandíbula alborozada de los efectos de tanto amor carnívoro
Aunque los botones pronto ocultarán la piel que estremece
y tu perfume permanecerá ingrávido
en el vapor de la despedida
Así ayer
olí tu piel entera
en busca del origen de mi obstinado deseo
fuego y sombra que era mi sombra
resbalando entre tus piernas
(v)
ERA FELIZ al observar
el gozo de su rostro internándose en el infinito.
Su horno circular se apoderaba de mí
y yo devoraba el silencio del alba
Un pájaro enamorado en vuelo rasante
por un túnel labrado por el semen
de muchas noches
Su sangre era un ojo en llamas
mi cuerpo un lubrico disparo
de pájaros al aire
SU CUERPO
había apaciguado la noche
el eco de los quejidos aún se balanceaba
en su túnel orgásmico.
Afuera caía la lluvia
y los paraguas
como gramófonos
amplificaban el amanecer
ALGO DECÍAN del testarudo enjambre
de artefactos o del torrente de piedras
o de aquellos nombres elaborados para cada cosa.
Así yo desataba los cilindros a la intemperie
la sombra y su gozo como oveja descarriada
en el organigrama
del deseo
¿QUIÉN ENTIENDE
su paciencia?
la arena es piedra abrazada
y parida en oleajes
Ella recoge todo el clamor
de la borrasca. ¡Y cómo lame
el borde con su hambre!
Una partícula que rodea la tierra
y multiplica hasta el infinito
la roca madre
EL OJO CAE
en el derrumbe de la noche
la melancolía como una garza
sobrevuela la luz de mi alcoba
A lo lejos escucho el suspiro de la roca
descolgando su cansancio.
Tal vez Señor aquí y ahora
podrías borrarme
sólo con el sonido de una ola
en este campo de arena y naufragio
FUE SIN DUDA
el silencio y la sagacidad del cazador
lo que hizo a la bestia galopar despavorida
en la vastedad de la noche
En los campos de la guerra los ojos humanos
huían con el mismo terror
TÚ ESCUDRIÑAS
en la espina dorsal el devenir de la materia
¿Qué revela la dentadura de los héroes de la patria?
O la interrogante de dos glúteos frente al mar
la angosta escala que hiede a naranjo sobre el sepulcro
Mira cuánta distancia hay entre los Hombres
la confusa exposición de labios
la desazón en las horas más bellas de la tarde
Ah y no pienses que todo se ha dicho
pues lo carnal adolece de certidumbre y sosiego
Mira las buenas maneras de grandes y pequeños
son como murallas altas ocultando el mal humor de los perros
donde el ritmo cardíaco fluye a la inversa
del sentido del reloj
El crepitar de la carne
sin anestesia
adentro
donde descuece
ENSIMISMADA
en una vorágine
de recuerdos
en el inclemente insomnio de la carne
ella se levanta en busca de la compañía de las bestias
del condominio vecino
El Labrador
cual celador de sus días fértiles
la sigue y merodea su vulva
ávido de penetrar
su carnalidad
hasta el infinito
Perra flagelante perra hermosa
hocico rebosante de cuchillos
locuaz al amanecer
taciturna cuando deja caer en el césped
la tersa cascabel y los perros huelen
su música de castañuelas
y de pan cocido a fuego lento
Perra hermosa
perra de la camada silvestre
sus luciérnagas la guían en las tinieblas
hasta que ríe de sus orgasmos
a la vera del camino
Ella vive en las provincias del sur
y en el lomo lleva la marca
de todos los que la han amado por un instante
Con entusiasmo
traduce en pequeños símbolos
el significado mestizo
de la escritura monacal
de su juventud
Perra hermosa perra citadina
el torso inclinado sobre el corazón
intensifica el suspiro visceral de la esperma
que se agita con el pasar del rayo
y la sinuosa noche
acurrucada bajo un árbol
espera el desplome del último aullido
TE MIRÉ a los ojos
en esa enigmática habitación
donde tus manos intentaban arrancar del aire
las uvas negras
aquellas que no cesaban
de enturbiar tu mirada.
Recuerdo que algo dijiste
sobre el cielo
pero aún así no lograste
ver las uvas azules gotear su parsimonia
en aquel pozo del jardín
donde los pájaros hundían sus picos
en los voluptuosos destellos
de luz.
TÚ QUE LEES epígrafes
el agitado don de mirar en solitario
la sustancia que gira en torno a tu cráneo
pedrusco en espiral iluminando la rigidez de tu hueso carnal.
¿Por qué a veces buscas en la arena augurios
y sortilegios profanos?
Olvidas que ante todo
es menester respetar los tiempos
el frágil arco iris que te mira a la distancia
la mano etrusca de Raquel.
Un instante para conocer la poesía de Tu Fu
aunque sólo sea una brizna en el lomo de una gaviota
un espejismo en las olas después del vendaval.
Mira a lo alto cuán inmenso es el cielo
todo el mar es como una gota en el infinito que refresca
lo pequeño y grande que hay en este mundo.
PAPÁ a tu jardín el párkinson
llegó como un ave de presa.
Traía consigo cadenas que dejaba caer sobre tu cartílago
para dejarte inmóvil cuando tú no querías.
Pero dime padre ¿Cuándo aprendieron tus ojos verdes
la sabiduría de los remolinos de papel que se dejan llevar sólo
por el viento?
Luminosa existencia en la métrica de la mansedumbre
hasta que te hallamos aquella infausta noche
donde no debías estar vacío de imagen y sentido.
Tú que fuiste el pan de esmeralda
librándome tantas veces de un precario amanecer
dormías tan lejano de nosotros donde el tiempo no te toca
donde mil años es sólo un instante de silencio y oscuridad.
Ahora tú navegas dócil en tu barca
a la espera de la nube celeste
y la Voz como estruendo
de muchas
aguas.
MAMÁ papeles negros cubren el sol
la melancolía ha dejado caer
ceniza y oscuridad en tu pelo.
¿De tanto subir y bajar el sol iluminará tus ojos?
A lo lejos un sonido gira en la mesa del comedor
y tú te preguntas ¿Será un plato o una cuchara
que bate el frío otoñal?
Entonces yo imagino ciruelas que ruedan
sobre el mantel a la espera de ser
mermelada ante tus ojos de madre.
Aunque yo sé que ahora buscas un milagro.
La magia de ver aunque sólo sea por el ojo
de un botón.
ALGO TE DIRÉ HIJO
para que donde vayas no me olvides.
Tal vez inventaré un río de palabras calmas
y junto a esas aguas te hablaré de tus años mozos
y de mi corazón que no olvida
el instante que te alejaste del hogar materno
para vivir la vida en aguas más caudalosas.
Algo te diré hijo mío aunque sea triste
como aquellas lágrimas antiguas incontenibles
cuando supe que te alejabas de tu hogar
de tu madre de tu hermano de tus abuelos.
Algo te diré para que donde vayas no me olvides.
Ya ves he decidido nombrar lo valioso de este mundo
con el sagrado oficio de la poesía tan necesaria como la sangre
que se alinea con las estrellas en aquel fulgor misterioso
de galaxias infinitas.
Algo te diré hijo mío ahora cuando en Alemania
en el siglo veintiuno con tu amada Dorothee mires al poniente
y dejes que tu sombra junto a su sombra habite el sur de Chile
junto a ese río de aguas mansas
desde donde te miro alegre y te confieso cuanto te amo
hijo mío.
a Gabriel Benelli
TÚ SABES HIJO MÍO
como hemos buscado en los conventos
y entre los que ríen a carcajadas
un trozo de papel que nos ilumine.
Recuerda como tiritaba el azul sobre nuestras cabezas
cuando llegó aquel viento como un ventarrón de campanas
sobre nuestros cuerpos. Entonces la puna endureció el apetito
y el deseo quedó inmóvil en nuestro interior.
No por nada de Arequipa al Cusco
respiramos el aire de los cóndores y bebimos la hoja de la coca
iluminados por las hogueras del camino náusea y barricada
a 3.927 metros de altura cautivos en el pueblo de Espinar
en medio de alpacas exaltadas en los azules fogones del oxígeno.
Un claustro de cuarenta y ocho horas
antes de alcanzar el ferrocarril a Machu-Picchu
cimbrados en el éxtasis de un metal giratorio
que tocaba sin cesar el horno subterráneo
de minerales y vegetales en el valle del Urubamba.
SURGE ANTE MÍ
una pared de aquellas para enmudecer el alma
un
muro para azotar mí adormecida cabeza
hasta
ver surgir de la sangre derramada
algún
sueño que haya derribado otros muros.
Es que soy
tortuga con caparazón fosforescente
dibujando
pequeños símbolos en el agua.
Breves
mensajes antes que el oleaje los
disuelva.
Tal vez sea el recuerdo de
mi padre junto a mi madre
lo que separa la lluvia de la
oscuridad
cuando el verbo relampaguear
se consume
cual leño en el fogón
y las sopaipillas como un sol
chisporrotean su fuego de espiga y harina
en esta historia donde
arrecia el temporal
cuando evocar la infancia es volver
a
la Isla del Tesoro o a los cómics del Príncipe Valiente.
Afuera persiste la lluvia que siempre es
lluvia
tocando con su lengua de nube el arcoíris
en
las provincias del sur.
a Anita Cecilia
ABRAZO TU CUERPO
en aquel hondo cansancio de la tarde
al circunvalar la pausa del ritual
de todos los días
al empujar por la alcoba
la esfera del silencio.
En los surcos del aire
frota la dulce imagen de tu pelo rojizo
la fuerza de gravedad
de tus ojos mediterráneos.
Esos parajes entrañables
donde un brillo antiguo de tu mirar
me acarició la nariz.
Tendido boca abajo junto a mí
yacía el ayer.
a Gonzalo Rojas
CONVERSAMOS despacio
aquella tarde en Chillán
todo lo hablado
lo pusimos en el aire.
Había que descuerar
todo el relámpago
a la intemperie
y ambos
sabíamos
que éramos
dos hombres
esperando
en distintos andenes
el último tren
en la inmensidad
de la noche.
¿QUIÉN cerrara la caja de pandora?
Muchos han venido en busca de un refugio
y se doblegan en el regazo de misteriosos marsupiales
el hueco de impecable manufactura
la demanda de cariño que de súbito se agiganta.
¿Quién bruñe la caracola de tu oído?
Ayer te he observado recorrer
las aguas de tu territorio con la agilidad
de los delfines que hunden la frente
en nubes de peces y escuchan del otro lado
voces humanas. Aquellas que esparcen
la ceniza que extingue el único fuego de amapolas
que va quedando en el jardín.
PASA EL CORMORÁN como en una película
proyectada sobre la arena.
Una cinta silenciosa subtitulada en el idioma de las gaviotas
una sombra que vuela iluminada
en la dialéctica del azul.
CÓMO DECIRTE hermosa y crepuscular
si tu fatuo ojo te hace indiferente.
Sólo la oscilación de algunos transeúntes
era perceptible en los fragmentos
de la luz de la tarde.
EN LA REPÚBLICA DE CHILE
algunas calles son como vahoen capas de miedo
donde el crepúsculo no cesa de sangrar sus uvas rojas.
¿Quién caminará a la fuente de agua sin límites
al corazón del paciente oído de la misericordia?
Un abrazo en estos tiempos de niebla y acantilado
que hace caer a la república en una autopista larga y vertiginosa
que no podemos ahuyentar
con guijarros.
QUISIMOS
un futuro glorioso
pero apagamos la luz de las luciérnagas.
Hoy nadie puede decapitar tu sirena
avispa citadina cuadrícula desviada hacia el poniente
a la indiferencia ciudadana
a la zanja de todos los miedos
a la calle del instante fugaz de la especie.
Esa casa rebosante de contertulios
como una sola
ola intentando refrigerar el aire con cerveza.
Aunque en realidad es inútil para transportar el tiempo
de una mano al oído y localizar el amor que logre alimentar
la fraternidad en la urbe.
NO CONFUNDAMOS las cosas
sólo el ave azul crece en el firmamento.
Abajo un río de luces y metales fluye
en la dirección obligada.
El incesante movimiento hace temblar la hojarasca.
Allí transitan todos los cuerpos
los que quieren vivir
y los que están muertos
y no lo saben.
EN LA PROVINCIA
el sol envuelto en delicadas llamas
se alejó con rumbo desconocido.
(Una nebulosa oscura cubrió su gran corazón)
Entonces en las calles
muchas cabezas
oscilaban
como mundos
en extinción
desconectados unos de otros.
Aunque en el espacio cósmico
en las profundas aguas del universo
aún hay señales luminosas
que colman sus océanos.
ALGO RELUMBRA
en la espesa cubierta de la noche.
Algo como el negativo de una película
de Marilyn Monroe
que se torna sombra
del deseo.
Ninguna
cabeza
logra escapar
pues los asola la ficción
la mímica de una marca registrada.
Un agujero mediático
de asombro y comedia.
EL PEQUEÑO aplaude la afinación de la orquesta
¿Y nosotros qué aplaudimos
ahora que nos queda poco tiempo?
En el mascarón de proa anochece
nuestros nombres como leve flama se diluyen sin dejar
una marca en el agua.
¿Es que acaso navegamos en la mar equivocada?
Sí es así no permitamos que ese océano
toque nuestros pies. ¿Por qué dejar para un día
incierto volver a vivir?
a Rodrigo Burgos Esparza
ENTONCES tú dices
"Puente"
y el Fiofío suave retoño
oreja fecunda del fruto de la mañana
aletea en el río hacia el norte sur
donde hay que cerrar las imágenes dudosas
cerrar el periscopio de las trampas
llamar al abuelo y confesar la verdad
en su lengua adolescente cuando Lota giraba
en un mar encendido
de grisú.
BAJO LA FRONDA DEL BOSQUE
acaso yace un refugio
orientado al infinito
el ungüento en forma de hojas
para
los que estáis cansados.
La morada del Hijo del Hombre
o la libertad amalgamada en la cruz
a
los pies de su fruto legendario.
¿Sucumbirá mi alma
ante la majestad
de su sombra
o acaso es sólo
la ilusión de lo bello
bajo el solsticio de verano
lo que se expande
ante mis ojos?
AÚN ESPERO en esta tierra de escribas y fariseos
donde el perfume de Magdalena no fue derramado en vano.
Hoy el cielo es como un mar sobre mi cabeza
y escucho a la distancia
en la inmensidad de esta página
el llamado a traer el pan
a rescatar un poco de higos secos
y beber de la vid
entregado al vértigo de la voz
del gigante de los mares.
El Dios de Jonás memoria de lo intocable
cerrojo del abismo.
a Juan Carlos Mestre
HAY PALABRAS
que no entran a las palabras como el grillo
al canto de los pájaros.
Es que volvemos a la misma sangre
y no podemos con ella lavar la angustia
de hueso y sentido.
Quizás olvidamos la perspectiva eclesial
la devota conclusión de las campanas
en el extenso oído de la oruga.
Aquel valle enamorado de codornices
apacentando árboles y corderos a la sombra
del Altísimo.
BIENAVENTURADOS los que son como niños
porque de ellos será el reino de la poesía.
Los transfigurados en bichitos de luz a la puesta de sol
bajo esa materia que sin manos humanas
edifica los cimientos de un templo a la intemperie.
Los que como habitantes del aire
en el reposo de la luz del sábado
iluminan con sus canciones de amor
la inconmensurable oscuridad
que revela constelaciones y galaxias a lo lejos.
Los que exaltan la verdad
con la misteriosa luz de las cosas
los que se han ataviado con el manto de la justicia
y traspasarán como ángeles los muros de la noche.