Poemas de otras secciones

09/27/2020

EL MANDAMIENTO DE LA BELLEZA

¿Qué oscuridad o soles de mi ADN

han modelado mi huella en la rueca del tiempo?

En el mundo continúan los funerales de sus ríos

y mi fisonomía se ha multiplicado en gestos caligráficos

a veces líneas interrogativas

a veces puntos suspensivos en fuga con el vient


No obstante soy feliz

cuando eléctricas ondas en mi corazón

anuncian el vértigo que te respira

con la irrenunciable voluntad

de guiar tu magnetismo a mi guarida

y librar la seductora hambre que llevas en tu piel.


Tal vez sólo así será posible

romper el silencio de la página en blanco

y la materia envuelva nuevos fragmentos de tiempo

como el sonido azul cayendo sobre las rocas

o el secreto deseo que tú anheles

abrazarme con tus muslos de agua.


Acaso a la orilla del mar

el mandamiento de la belleza sea un acto inevitable

en este valle cósmico donde aún espejeas

planetaria y celeste rodeando el espacio

o sólo de mi ojo

sino del oído también.


Donde he plantado un huerto en los campos más fértiles

de la imaginación

y las aves irradian gestos

que tonifican el aire.


Donde la vida es como el rodaje de una película

con extensos planos secuencias. Esa locomotora antigua

en la memoria aspirando su aire de carbón

orillando el mar de la bahía de Concepción

hasta alcanzar Dichato.


Donde el ojo obtura su diafragma

a la máxima profundidad de campoo

preparando el cuerpo

para sentir y abrir a nuevas interpretaciones

la existencia.


A

AVECES EXISTO

en la escena muda de mi corazón

orbitando sus laberintos

mientras afuera la luz

enciende los sentidos y las olas en lo alto

parecen mezclarse con el cielo azul.


¿Acaso he logrado mudar la piel

vestir la palabra con la simultaneidad

de imágenes en el aire

que rodea la tarde?


La visión es magnifica
quizás porque te imagino

aquí frente al mar

ofrenda y pasión ante mis ojos.


TE OLÍ

y eras bella

tu lengua trémula lamía mi pecho

y yo te sostenía entre mis brazos

tocando sin descanso la sustancia aceitosa

de tu cráneo angelical.


NADÉ bajo la luz de las estrellas

donde el dolor es breve

porque se vive en fracciones de tiempo

nunca mayor a una existencia.


Nadé hacía ti para abrir el deseo entrar y habitarlo

Nadé atado a la piedra sol

el canto de sirena que curva mi corazón

como eslabón de una cadena.

Nadé naufrago en busca de tu isla

Nadé por los paisajes de la noche

sin olvidar tu vestido verde

donde se inician tus piernas de hembra universal

donde siempre he creído ver el comienzo

del universo.


Así desembarcas ante mí un espacio jamás opaco

un cosmos que de ningún modo es una cascara inerte.

Así me hablas en los surcos del aire

con esas lucidas sombras

que acompañan tu follaje.



QUIÉN podría osar decir qué es la poesía.

(Me lo preguntaba bajo un cielo azul

en lo hondo de la conciencia)

Ahí estaba la misteriosa dádiva

en la saliente de la mollera

una lámpara en el corazón de un gran pez.

Entonces dije heme aquí amiga mía

dormilón y fugitivo en dirección a tus periscopios

a tu árbol de lluvia

a tu mundo de semilla

a tu carne vegetal

a tu agua saltarina en los ventanales

del sur.


                                     a Silvia Goldman


PEQUEÑA desbordada de manantiales

si osamos quitar los aplausos

cuando el hueso emerja

descarnadamente silencioso

¿Olvidaremos nuestras emociones?


No importa si es de mañana

o cae la última y enajenada pregunta

permitamos que la lámpara escape del eclipse

crucemos las manos en las raíces de nuestro oficio.

Invoquemos la caligrafía que calcina el borrón

y el trazo mal hecho


El agua en los ventiladores solares crispa el músculo

mueve hasta el extremo de su fuerza el delicado axioma

que alimenta la vanidad de los mamíferos.

En la penumbra el remanente inmaculado de la luna

acrecentará el reverbero en la saliva del alacrán

y la vida continuará un poco más de tiempo

entre Tánatos y Eros



BAJO LA POTESTAD

del silencio

al regresar el aire de la mañana

el Wifi conecta con los pájaros

la charla dispersa de los árboles

cuando tu falda se balancea

cada vez que das un paso

hacia el porvenir


Me gusta tu piel

con aroma a pan y huelo las raíces de tus besos

en la cúspide de tus muslos

Ah y observa como el polen acústico

va levitando en busca de tu oído cuando tu ropa cae

y tu copa burbujea en la cercanía de mis labios

y yo lamo el borde del cristal

y tú entornas los ojos mientras la noche galopa

entre la menta y el trigal

Allí donde soy el jinete

adentrándose en tus verdes pastizales

ese crisantemo rojo que va macerando tu piel

en aquella penumbra donde el gesto lo atrapa todo

y el resplandor de la luna

cae desde la otra orilla

del cosmos

(i)


En tu jaula soy trapecista

y tu pan llega a mi boca y tú tienes la cara abierta

para enseñarme tu olfato de leona

Boca y garganta

devorando

mi carne de harina

la honda y tersa geometría

que te impulsa a germinar

en mi vuelo invasor

(ii)


Acaricio tu oreja

con el crepitar de mi lengua en llamas

cuerpo de pichón hambriento

espadín de pájaro trashumante

ávido de libar la carnalidad desplegada

a la medida de mi cuerpo

cuando el cielo abunda en helechos y araucarias

y yo me hundo en tu selva

derritiendo mi cráneo

en tu verde aurora

(iii)


En la cuenca de la noche

en la más gozosa de las habitaciones

yo acaricio tu vientre como un pez.

Toda la alcoba se estremece

detrás de las ventanas hechizadas

en la hondura de sus mitos

donde tus muslos tiemblan náufragos

en la vigilia de mi carne

Alas abiertas

enrojecidas

de tanto volar

Así huelo el adobe

que sostiene tu jaula

esa arrogancia animal

en el pináculo de tus medias caladas

cuando me muevo extasiado detrás de tu línea curva

en esa hendidura expansiva

en los minutos más luminosos de la noche.

Allí estaba tu espalda

detrás de ti

y yo en ti

(iv)


Al amanecer

el sol solazaba tus glúteos a los pies del obelisco

un resplandor alto y palpitante aguzaba tu mandíbula alborozada de los efectos de tanto amor carnívoro


Aunque los botones pronto ocultarán la piel que estremece

y tu perfume permanecerá ingrávido

en el vapor de la despedida


Así ayer

olí tu piel entera

en busca del origen de mi obstinado deseo

fuego y sombra que era mi sombra

resbalando entre tus piernas

(v)



ERA FELIZ al observar

el gozo de su rostro internándose en el infinito.

Su horno circular se apoderaba de mí

y yo devoraba el silencio del alba

Un pájaro enamorado en vuelo rasante

por un túnel labrado por el semen

de muchas noches

Su sangre era un ojo en llamas

mi cuerpo un lubrico disparo

de pájaros al aire



SU CUERPO

había apaciguado la noche

el eco de los quejidos aún se balanceaba

en su túnel orgásmico.

Afuera caía la lluvia

y los paraguas

como gramófonos

amplificaban el amanecer



ALGO DECÍAN del testarudo enjambre

de artefactos o del torrente de piedras

o de aquellos nombres elaborados para cada cosa.

Así yo desataba los cilindros a la intemperie

la sombra y su gozo como oveja descarriada

en el organigrama

del deseo



¿QUIÉN ENTIENDE

su paciencia?

la arena es piedra abrazada

y parida en oleajes


Ella recoge todo el clamor

de la borrasca. ¡Y cómo lame

el borde con su hambre!

Una partícula que rodea la tierra

y multiplica hasta el infinito

la roca madre



EL OJO CAE

en el derrumbe de la noche

la melancolía como una garza

sobrevuela la luz de mi alcoba

A lo lejos escucho el suspiro de la roca

descolgando su cansancio.


Tal vez Señor aquí y ahora

podrías borrarme

sólo con el sonido de una ola

en este campo de arena y naufragio



FUE SIN DUDA

el silencio y la sagacidad del cazador

lo que hizo a la bestia galopar despavorida

en la vastedad de la noche


En los campos de la guerra los ojos humanos

huían con el mismo terror



TÚ ESCUDRIÑAS

en la espina dorsal el devenir de la materia

¿Qué revela la dentadura de los héroes de la patria?

O la interrogante de dos glúteos frente al mar

la angosta escala que hiede a naranjo sobre el sepulcro


Mira cuánta distancia hay entre los Hombres

la confusa exposición de labios

la desazón en las horas más bellas de la tarde


Ah y no pienses que todo se ha dicho

pues lo carnal adolece de certidumbre y sosiego

Mira las buenas maneras de grandes y pequeños

son como murallas altas ocultando el mal humor de los perros

donde el ritmo cardíaco fluye a la inversa

del sentido del reloj

El crepitar de la carne

sin anestesia

adentro

donde descuece



ENSIMISMADA

en una vorágine

de recuerdos

en el inclemente insomnio de la carne

ella se levanta en busca de la compañía de las bestias

del condominio vecino


El Labrador

cual celador de sus días fértiles

la sigue y merodea su vulva

ávido de penetrar

su carnalidad

hasta el infinito


Perra flagelante perra hermosa

hocico rebosante de cuchillos

locuaz al amanecer

taciturna cuando deja caer en el césped

la tersa cascabel y los perros huelen

su música de castañuelas

y de pan cocido a fuego lento


Perra hermosa

perra de la camada silvestre

sus luciérnagas la guían en las tinieblas

hasta que ríe de sus orgasmos

a la vera del camino


Ella vive en las provincias del sur

y en el lomo lleva la marca

de todos los que la han amado por un instante


Con entusiasmo

traduce en pequeños símbolos

el significado mestizo

de la escritura monacal

de su juventud


Perra hermosa perra citadina

el torso inclinado sobre el corazón

intensifica el suspiro visceral de la esperma

que se agita con el pasar del rayo

y la sinuosa noche

acurrucada bajo un árbol

espera el desplome del último aullido


TE MIRÉ a los ojos

en esa enigmática habitación

donde tus manos intentaban arrancar del aire

las uvas negras

aquellas que no cesaban

de enturbiar tu mirada.


Recuerdo que algo dijiste

sobre el cielo

pero aún así no lograste

ver las uvas azules gotear su parsimonia

en aquel pozo del jardín

donde los pájaros hundían sus picos

en los voluptuosos destellos

de luz.



TÚ QUE LEES epígrafes

el agitado don de mirar en solitario

la sustancia que gira en torno a tu cráneo

pedrusco en espiral iluminando la rigidez de tu hueso carnal.

¿Por qué a veces buscas en la arena augurios

y sortilegios profanos?


Olvidas que ante todo

es menester respetar los tiempos

el frágil arco iris que te mira a la distancia

la mano etrusca de Raquel.


Un instante para conocer la poesía de Tu Fu

aunque sólo sea una brizna en el lomo de una gaviota

un espejismo en las olas después del vendaval.


Mira a lo alto cuán inmenso es el cielo

todo el mar es como una gota en el infinito que refresca

lo pequeño y grande que hay en este mundo.



PAPÁ a tu jardín el párkinson

llegó como un ave de presa.


Traía consigo cadenas que dejaba caer sobre tu cartílago

para dejarte inmóvil cuando tú no querías.


Pero dime padre ¿Cuándo aprendieron tus ojos verdes

la sabiduría de los remolinos de papel que se dejan llevar sólo

por el viento?


Luminosa existencia en la métrica de la mansedumbre

hasta que te hallamos aquella infausta noche

donde no debías estar vacío de imagen y sentido.


Tú que fuiste el pan de esmeralda

librándome tantas veces de un precario amanecer

dormías tan lejano de nosotros donde el tiempo no te toca

donde mil años es sólo un instante de silencio y oscuridad.


Ahora tú navegas dócil en tu barca

a la espera de la nube celeste

y la Voz como estruendo

de muchas

aguas.



MAMÁ papeles negros cubren el sol

la melancolía ha dejado caer

ceniza y oscuridad en tu pelo.


¿De tanto subir y bajar el sol iluminará tus ojos?


A lo lejos un sonido gira en la mesa del comedor

y tú te preguntas ¿Será un plato o una cuchara

que bate el frío otoñal?


Entonces yo imagino ciruelas que ruedan

sobre el mantel a la espera de ser

mermelada ante tus ojos de madre.


Aunque yo sé que ahora buscas un milagro.

La magia de ver aunque sólo sea por el ojo

de un botón.



 ALGO TE DIRÉ HIJO

para que donde vayas no me olvides.

Tal vez inventaré un río de palabras calmas

y junto a esas aguas te hablaré de tus años mozos

y de mi corazón que no olvida

el instante que te alejaste del hogar materno

para vivir la vida en aguas más caudalosas.


Algo te diré hijo mío aunque sea triste

como aquellas lágrimas antiguas incontenibles

cuando supe que te alejabas de tu hogar

de tu madre de tu hermano de tus abuelos.


Algo te diré para que donde vayas no me olvides.

Ya ves he decidido nombrar lo valioso de este mundo

con el sagrado oficio de la poesía tan necesaria como la sangre

que se alinea con las estrellas en aquel fulgor misterioso

de galaxias infinitas.


Algo te diré hijo mío ahora cuando en Alemania

en el siglo veintiuno con tu amada Dorothee mires al poniente

y dejes que tu sombra junto a su sombra habite el sur de Chile

junto a ese río de aguas mansas

desde donde te miro alegre y te confieso cuanto te amo

hijo mío.



a Gabriel Benelli


TÚ SABES HIJO MÍO 

como hemos buscado en los conventos

y entre los que ríen a carcajadas

un trozo de papel que nos ilumine.


Recuerda como tiritaba el azul sobre nuestras cabezas

cuando llegó aquel viento como un ventarrón de campanas

sobre nuestros cuerpos. Entonces la puna endureció el apetito

y el deseo quedó inmóvil en nuestro interior.


No por nada de Arequipa al Cusco

respiramos el aire de los cóndores y bebimos la hoja de la coca

iluminados por las hogueras del camino náusea y barricada

a 3.927 metros de altura cautivos en el pueblo de Espinar

en medio de alpacas exaltadas en los azules fogones del oxígeno.


Un claustro de cuarenta y ocho horas

antes de alcanzar el ferrocarril a Machu-Picchu

cimbrados en el éxtasis de un metal giratorio

que tocaba sin cesar el horno subterráneo

de minerales y vegetales en el valle del Urubamba.



SURGE ANTE MÍ 

una pared de aquellas para enmudecer el alma
un muro para azotar mí adormecida cabeza
hasta ver surgir de la sangre derramada
algún sueño que haya derribado otros muros.


Es que soy tortuga con caparazón fosforescente
dibujando pequeños símbolos en el agua.
Breves mensajes antes que el oleaje los disuelva.


Tal vez sea el recuerdo de mi padre junto a mi madre
lo que separa la lluvia de la oscuridad

cuando el verbo relampaguear
se consume cual leño en el fogón


y las sopaipillas como un sol chisporrotean su fuego de espiga y harina
en esta historia donde arrecia el temporal
cuando evocar la infancia es volver
a la Isla del Tesoro o a los cómics del Príncipe Valiente.


Afuera persiste la lluvia que siempre es lluvia
tocando con su lengua de nube el arcoíris
en las provincias del sur.



a Anita Cecilia


ABRAZO TU CUERPO

en aquel hondo cansancio de la tarde

al circunvalar la pausa del ritual

de todos los días

al empujar por la alcoba

la esfera del silencio.


En los surcos del aire

frota la dulce imagen de tu pelo rojizo

la fuerza de gravedad

de tus ojos mediterráneos.


Esos parajes entrañables

donde un brillo antiguo de tu mirar

me acarició la nariz.


Tendido boca abajo junto a mí

yacía el ayer.



a Gonzalo Rojas


CONVERSAMOS despacio

aquella tarde en Chillán

todo lo hablado

lo pusimos en el aire.

Había que descuerar

todo el relámpago

a la intemperie

y ambos

sabíamos

que éramos

dos hombres

esperando

en distintos andenes

el último tren

en la inmensidad

de la noche.



¿QUIÉN cerrara la caja de pandora?

Muchos han venido en busca de un refugio

y se doblegan en el regazo de misteriosos marsupiales

el hueco de impecable manufactura

la demanda de cariño que de súbito se agiganta.


¿Quién bruñe la caracola de tu oído?


Ayer te he observado recorrer

las aguas de tu territorio con la agilidad

de los delfines que hunden la frente

en nubes de peces y escuchan del otro lado

voces humanas. Aquellas que esparcen

la ceniza que extingue el único fuego de amapolas

que va quedando en el jardín.



PASA EL CORMORÁN  como en una película

proyectada sobre la arena.


Una cinta silenciosa subtitulada en el idioma de las gaviotas

una sombra que vuela iluminada

en la dialéctica del azul.



CÓMO DECIRTE  hermosa y crepuscular

si tu fatuo ojo te hace indiferente.

Sólo la oscilación de algunos transeúntes

era perceptible en los fragmentos

de la luz de la tarde.



EN LA REPÚBLICA DE CHILE

algunas calles son como vahoen capas de miedo

donde el crepúsculo no cesa de sangrar sus uvas rojas.

¿Quién caminará a la fuente de agua sin límites

al corazón del paciente oído de la misericordia?

Un abrazo en estos tiempos de niebla y acantilado

que hace caer a la república en una autopista larga y vertiginosa

que no podemos ahuyentar

con guijarros.



QUISIMOS

un futuro glorioso

pero apagamos la luz de las luciérnagas.


Hoy nadie puede decapitar tu sirena

avispa citadina cuadrícula desviada hacia el poniente

a la indiferencia ciudadana

a la zanja de todos los miedos

a la calle del instante fugaz de la especie.


Esa casa rebosante de contertulios

como una sola ola intentando refrigerar el aire con cerveza.

Aunque en realidad es inútil para transportar el tiempo

de una mano al oído y localizar el amor que logre alimentar

la fraternidad en la urbe.


NO CONFUNDAMOS las cosas

sólo el ave azul crece en el firmamento.

Abajo un río de luces y metales fluye

en la dirección obligada.


El incesante movimiento hace temblar la hojarasca.

Allí transitan todos los cuerpos

los que quieren vivir

y los que están muertos

y no lo saben.




EN LA PROVINCIA

el sol envuelto en delicadas llamas

se alejó con rumbo desconocido.

(Una nebulosa oscura cubrió su gran corazón)

Entonces en las calles

muchas cabezas

oscilaban

como mundos

en extinción

desconectados unos de otros.

Aunque en el espacio cósmico

en las profundas aguas del universo

aún hay señales luminosas

que colman sus océanos.



ALGO RELUMBRA

en la espesa cubierta de la noche.

Algo como el negativo de una película

de Marilyn Monroe

que se torna sombra

del deseo.

Ninguna

cabeza

logra escapar

pues los asola la ficción

la mímica de una marca registrada.

Un agujero mediático

de asombro y comedia.



EL PEQUEÑO aplaude la afinación de la orquesta

¿Y nosotros qué aplaudimos

ahora que nos queda poco tiempo?


En el mascarón de proa anochece

nuestros nombres como leve flama se diluyen sin dejar

una marca en el agua.

¿Es que acaso navegamos en la mar equivocada?

Sí es así no permitamos que ese océano

toque nuestros pies. ¿Por qué dejar para un día

incierto volver a vivir?



a Rodrigo Burgos Esparza



ENTONCES tú dices

"Puente"

y el Fiofío suave retoño

oreja fecunda del fruto de la mañana

aletea en el río hacia el norte sur

donde hay que cerrar las imágenes dudosas

cerrar el periscopio de las trampas

llamar al abuelo y confesar la verdad

en su lengua adolescente cuando Lota giraba

en un mar encendido

de grisú.



BAJO LA FRONDA DEL BOSQUE

acaso yace un refugio

orientado al infinito

el ungüento en forma de hojas

para los que estáis cansados.


La morada del Hijo del Hombre

o la libertad amalgamada en la cruz

a los pies de su fruto legendario.


¿Sucumbirá mi alma

ante la majestad

de su sombra

o acaso es sólo

la ilusión de lo bello

bajo el solsticio de verano

lo que se expande

ante mis ojos?



AÚN ESPERO en esta tierra de escribas y fariseos

donde el perfume de Magdalena no fue derramado en vano.


Hoy el cielo es como un mar sobre mi cabeza

y escucho a la distancia

en la inmensidad de esta página

el llamado a traer el pan

a rescatar un poco de higos secos

y beber de la vid

entregado al vértigo de la voz

del gigante de los mares.


El Dios de Jonás memoria de lo intocable

cerrojo del abismo.



a Juan Carlos Mestre


HAY PALABRAS

que no entran a las palabras como el grillo

al canto de los pájaros.


Es que volvemos a la misma sangre

y no podemos con ella lavar la angustia

de hueso y sentido.


Quizás olvidamos la perspectiva eclesial

la devota conclusión de las campanas

en el extenso oído de la oruga.

Aquel valle enamorado de codornices

apacentando árboles y corderos a la sombra

del Altísimo.



BIENAVENTURADOS los que son como niños

porque de ellos será el reino de la poesía.

Los transfigurados en bichitos de luz a la puesta de sol

bajo esa materia que sin manos humanas

edifica los cimientos de un templo a la intemperie.


Los que como habitantes del aire

en el reposo de la luz del sábado

iluminan con sus canciones de amor

la inconmensurable oscuridad

que revela constelaciones y galaxias a lo lejos.


Los que exaltan la verdad

con la misteriosa luz de las cosas

los que se han ataviado con el manto de la justicia

y traspasarán como ángeles los muros de la noche.





© 2020 Poetic Education for the World
Powered by Webnode
Create your website for free! This website was made with Webnode. Create your own for free today! Get started